Johannes Bruckmeier tiene 27 años, practica skate y es ciego. Cuando corre por la ciudad con un patín y un bastón o practica en el park, la gente se detiene. "Las reacciones son las mismas en todas partes", afirma. "Principalmente algo como 'Guau, increíble'. Ahora también hay selfies, lo cual me parece extraño". No cree que sea especial que ande en patineta a pesar de su discapacidad. "Para mí es lo más normal del mundo". Johannes Bruckmeier padece retinitis pigmentosa, una enfermedad hereditaria en la que las células de la retina mueren gradualmente. Luchó durante mucho tiempo con su discapacidad, dice Bruckmeier. Intentó ocultarlo o disimularlo con humor. Cuando una relación se rompió hace cuatro años, empezó a patinar. "Y he estado en ello desde entonces, durante varias horas todos los días. He orientado toda mi vida hacia ello". Los fines de semana, Bruckmeier siempre está participando en competiciones internacionales y patinando en otros centros de la ciudad.